Con el fin de reducir costes y hacer más competitivos los precios del transporte (fletes), la industria del automóvil ha decidido reemplazar algunos materiales más pesados por el aluminio.

Con este cambio, por cada carga se rentabilizará mejor el combustible empleado y por lo tanto se podrá llevar más cantidad de piezas y productos por el mismo coste.

Esto provocará, según apunta La Asociación Internacional de Energía, que la demanda de transporte se duplique a nivel mundial en las próximas décadas.

Gracias al peso liviano del aluminio, por cada Kg. que sacamos del camión, podemos agregar un Kg. de flete. Gracias a esto, los clientes preferirían contratar los fletes a empresas de transporte que puedan transportar más kg en cada viaje, ahorrando en nº de viajes.

Otra ventaja del aluminio es que no produce corrosión, y esto es muy apreciado por el segmento de remolques por ejemplo, ya que sufren mucho este problema.